Zoocosis
Proyecto colaborativo junto a Estela de Castro ︎ Web Estela de Castro
El antropocentrismo provoca que el ser humano se crea el Dios de la Naturaleza. Con ello siente que tiene al derecho de encerrar animales salvajes dentro de una especie de maqueta, hecha con cemento y cartón piedra llamada Zoo.
Un mundo irreal que ha creado para ellos, con la excusa de la conservación de algunas especies y la educación en el respeto hacia los animales.
Una educación errónea que reciben niños y niñas, donde lo único que aprenden es, que el ser humano tiene el derecho de privar a los animales de su libertad en su propio beneficio.
Esa falta de libertad provoca en ellos conductas estereotipadas y repetitivas generadas por el estrés, la soledad y la apatía, dando lugar a un síndrome llamado Zoocosis.
Durante más de dos años he acudido a varios Zoos, principalmente al Zoo de Madrid y he podido descubrir en primera persona como la mayoría de los animales padecen Zoocosis.
He comprobado que los animales parecen seres inertes a pesar de sus movimientos estereotipados, ya que la falta de su habitad les hace perder toda su naturaleza y sus instintos, para convertirles en muñecos rotos, en muñecos de cartón piedra.
Un mundo irreal que ha creado para ellos, con la excusa de la conservación de algunas especies y la educación en el respeto hacia los animales.
Una educación errónea que reciben niños y niñas, donde lo único que aprenden es, que el ser humano tiene el derecho de privar a los animales de su libertad en su propio beneficio.
Esa falta de libertad provoca en ellos conductas estereotipadas y repetitivas generadas por el estrés, la soledad y la apatía, dando lugar a un síndrome llamado Zoocosis.
Durante más de dos años he acudido a varios Zoos, principalmente al Zoo de Madrid y he podido descubrir en primera persona como la mayoría de los animales padecen Zoocosis.
He comprobado que los animales parecen seres inertes a pesar de sus movimientos estereotipados, ya que la falta de su habitad les hace perder toda su naturaleza y sus instintos, para convertirles en muñecos rotos, en muñecos de cartón piedra.
Estela de Castro